ESCUELAS GRIEGAS DE LA ÉTICA
La mayoría de las escuelas de filosofía moral griegas posteriores surgieron de las enseñanzas de Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus discípulos inmediatos: los cínicos, los cirenaicos, los megáricos (escuela fundada por Euclides de Megara) y los platónicos.
Los Cínicos
Los cínicos, en especial el filósofo Antístenes, afirmaban que la esencia de la virtud, el bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar. Los cínicos despreciaban el placer, que consideraban el mal si era aceptado como una guía de conducta. Juzgaban todo orgullo como un vicio, incluyendo el orgullo en la apariencia, o limpieza. Se cuenta que Sócrates dijo a Antístenes: "Puedo ver tu orgullo a través de los agujeros de tu capa".
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar. Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.
El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es así que hay algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.
El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es así que hay algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.
El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como no se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron transmitidos en forma de colecciones, la más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para el estudio no solo de los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su autor. Utilizaron recursos literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la anécdota o la burla, pero siempre de forma escandalosa y provocadora.
LA ESCUELA CIRENAICA
La escuela cirenaica fue una escuela filosófica fundada por Arístipo de Cirene, discípulo de Sócrates, en el siglo V a. C. emparentada con las escuelas megárica y cínica.
Los cirenaicos, sobre todo Aristipo de Cirene, eran hedonistas y creían que el placer era el bien mayor (en tanto no dominara la vida de cada uno), que ningún tipo de placer es superior a otro y, por ello, que solo es mensurable en grado y duración.
Este hedonismo era para Arístipo, una parte de la forma de vivir. Nació en una familia pudiente, vivió una vida sin problemas económicos, dedicado a la búsqueda del placer.
Para los cirenaicos el placer personal era el bien superior y además defendían que son preferibles los placeres corporales, que los mentales. La virtud consistía en disfrutar del placer, sin dejarse dominar por él. Como nos recuerda Diógenes Laercio, cuando a Arístipo le reprochaban su relación con una prostituta llamada Laida, respondía "yo poseo a Laida, pero no ella a mí".
El principal argumento para la defensa del placer, es que todos los animales buscan espontáneamente el placer y huyen del dolor. También los seres humanos instintivamente buscamos el placer y tratamos de evitar el dolor.
Se ocuparon fundamentalmente en cuestiones de ética, para ellos el bien se identificaba con el placer, pero este placer era espiritual. Según planteaba Aristipo La felicidad humana consiste en librarse de toda inquietud, siendo la vía para lograrlo la autarquía. Planteaban que uno debe actuar honestamente porque así incrementa la cantidad de placer. Ellos eran sensualistas, creían que la única vía de conocimientos eran los sentidos
ESCUELA DE MEGARA
Muerto Sócrates, su discípulo Euclides retornó a Megara (donde había nacido), y fundó allí una escuela que, como la Cirenaica , se desarrolló principalmente durante el siglo IV a.C. En las doctrinas de la escuela se podía ver la formación eleática y socrática de su fundador. Sus miembros recibieron sucesivamente el nombre de "megáricos", "disputadores" y "dialécticos".
Euclides trasladó a la escuela sus propias ideas y experiencias, mezclando las doctrinas de los eleatas, principalmente las de Parménides y Zenón, con la ética socrática. Bajo la influencia socrática, buscan la verdad entendida como el bien, que está más allá de lo que está presente, para los megáricos, solo existe una cosa realmente: el bien, aunque se dice de muchas maneras, aparte del bien no hay ninguna otra cosa.
Los megáricos eran maestros de la "erística" (arte de discutir). Tenían un especial gusto por las paradojas y las sutilezas lógicas, y las dominaban con virtuosismo. Se destacaron también (como luego lo harían los estoicos) en el estudio del Cálculo Proposicional.
La idea fundamental de Euclides y de su escuela es la unidad del bien, el cual está fuera del alcance de los sentidos, y sólo es conocido por la razón.
Por influencia de los eletas, sostuvieron una tajante separación entre el mundo sensible de la apariencia y el inteligible o real, a tal punto que Estilpón de Megara llegó a criticar a Platón su pretensión de explicar el mundo sensible por el inteligible estableciendo de ese modo una relación entre ambos. Por su raíz socrática, buscaban la verdad (entendida como el bien), más allá de lo inmediatamente presente. Combinando ambas fuentes, identificaron el bien (Sócrates) con lo uno e inmóvil (Parménides) y lo denominaron "Dios", "sabiduría" o "entendimiento". Para ellos, el ser inmóvil del que hablaba Parménides no era sino el bien del que hablaba Sócrates. De este modo las ideas de Sócrates adquirieron un marcado carácter metafísico.
La escuela megárica, según se infiere de lo que dejamos indicado, debe considerarse como un ensayo de conciliación, o más bien de fusión entre
Estilpón de Megara (filósofo de la escuela) fue maestro de Zenón de Citio, fundador del estoicismo, por lo que se puede establecer una relación entre ambas escuelas.
Dentro de sus obras, especialmente Gorgias, Protágoras y República, Platón manifiesta las controversias entre dos clases de vida que buscaban la primacía: la entregada al placer y la consagrada a la sabiduría y a la práctica de la virtud. Platón nunca aceptó la doctrina hedonista, derivada de la imprecisión de las doctrinas socráticas, como ideal de vida, que ponía al placer como Sumo Bien, sino por el contrario, se inclina hacia el ascetismo y la mortificación, expresándolo en el Fedón y en República, donde, en ésta última, condena de manera enérgica la vida entregada al placer y propone un ideal que se base en la virtud y en el cultivo de la sabiduría.
Sin embargo, en el Filebo, Platón trata de regular y someter el placer a la medida de la razón, ya sin condenarlo, aunque terminantemente queda excluido como Sumo Bien, dada su inestabilidad e insuficiencia y sólo se considera un bien particular de la parte más baja del hombre, quien, de entregarse al placer sensible completamente, quedaría reducido a una vida meramente animal y no humana, ya que si bien, el hombre posee un cuerpo material, tiene también un alma inteligente.
Tal inteligencia tampoco es pura, sino que comparte y se mezcla proporcionadamente con el placer. Este se ha de purificar y dosificar según tenga que entrar en la vida feliz junto con la sabiduría, conforme a una escala de bienes, adecuada a las notas esenciales del Bien, según la mentalidad griega: la medida, la verdad y la belleza. Cinco son los grados de la escala:
1. La medida, la moderación, lo convincente.
2. La proporción, la belleza, la perfección.
3. La mente y la inteligencia.
4. Las ciencias, las artes y las opiniones rectas.
5. Los placeres puros, sin mezcla de dolor.
La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y metafísica. Alma y cuerpo constituyen dos elementos no sólo distintos, sino irreconciliables entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se hace esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su cuerpo, se encontrará incapacitado para la felicidad y para el verdadero conocimiento. Alcanzar estos sólo será posible si dominamos nuestra parte material.
A la doctrina que equipara sabiduría y virtud se la denomina intelectualismo ético y ya fue formulada por Sócrates, en un intento de superación del relativismo de los Sofistas. Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre hombres, ya que se refieren a realidades existentes y permanentes (ideas) que son independientes de la razón y la voluntad humanas. Sin embargo, es a través de la razón como el hombre puede tomar contacto con la realidad moral, realizándola en su persona.
A la manera socrática, Platón afirma que sólo el sabio es el virtuoso, porque únicamente conociendo qué es la virtud, es decir, la idea a la que se refiere el concepto "virtud", hay posibilidad de serlo en la vida práctica. El saber y la virtud coinciden y se necesitan recíprocamente.
Lo Justo en sí, la bondad en sí, la prudencia, etc., esto es, los valores morales existen por sí mismos, y por ello es posible definirlos objetivamente y, una vez conocidos, llevarlos a cabo en la vida práctica. El sabio no podrá ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un defecto que no radica en nuestra naturaleza sino en el no cumplimiento de lo esencial de nuestra naturaleza (la racionalidad).
Aquí reaparece con toda violencia el anti hedonismo platónico: los placeres materiales y corporales no sólo no conducen a la felicidad, sino que incluso nos la impiden. Virtuoso y feliz será aquel que purifique su alma de las pasiones y "desórdenes" del cuerpo y se vuelque hacia el mundo eidético, el único capaz de realizar humanamente al hombre.
"Purificarse es separar lo más posible el alma del cuerpo, acostumbrar al alma a dejar la envoltura del cuerpo, para concentrarse en sí misma, a solas consigo"
"La realidad verdadera es que la templanza, la justicia y la virtud no son sino purificaciones de todas las pasiones, y hasta el pensamiento es quizá un medio de purificación"
La virtud puede entenderse también como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del alma. Debe desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos elementos que conforman el compuesto humano, sometiéndolos a la razón. Es esta la única que puede regir esta armonización:
La razón no tiene más que un camino a seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir, la verdad.
En efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que estamos de alimentarle, y con esto, y las enfermedades que sobrevienen, se turban nuestras indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos, de temores, de mil quimeras y de toda clase de necesidades; de manera que nada hay más cierto que lo que se dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría. Porque ¿de dónde nacen las guerras, las sediciones, los combates? Del cuerpo, con todas sus pasiones. En efecto; todas las guerras no proceden sino del ansia de amontonar riquezas, y nos vemos obligados a amontonarlas a causa del cuerpo, para servir como esclavos a sus necesidades.
He aquí por qué no tenemos tiempo para pensar en la filosofía; y el mayor de nuestros males consiste que en el acto de tener tiempo y ponernos a meditar, de repente interviene el cuerpo en nuestras indagaciones, nos embaraza, nos turba y no nos deja discernir la verdad. Está demostrado que si queremos saber verdaderamente alguna cosa, es preciso que abandonemos el cuerpo, y que el alma sola examine los objetos que quiere conocer.
Sólo entonces gozamos de la sabiduría, de que nos mostramos tan celosos; es decir, después de la muerte, y no durante la vida. La razón misma lo dicta : porque si es imposible conocer nada en su pureza mientras vivimos con el cuerpo, es preciso que suceda una de estas dos cosas: o que no se conozca nunca la verdad, o que se conozca después de la muerte, porque entonces el alma, libre de esta carga, se pertenecerá a sí misma; pero mientras estemos en esta vida no nos aproximaremos a la verdad sino en razón de nuestro alejamiento del cuerpo, renunciando a todo comercio con él y cediendo sólo a la necesidad.
PARTES DEL ALMA
|
RACIONAL
(nous, lógos) |
IRASCIBLE
(thymós) |
APETITIVA
(epithymía) |
CARÁCTER
|
Inmortal |
Mortal
|
Mortal
|
SITUACIÓN
|
Cabeza |
Tórax
|
Estómago
|
VIRTUDES
|
Prudencia,
sabiduría
(Phrónesis, sophía) |
Fortaleza, valor
(Andreía) |
Templanza
(Sophrosyne) |
CLASES
SOCIALES |
Gobernantes
- filósofos
|
Guardianes
|
Productores
|
Esta división del alma le permitirá justificar la desigualdad social: ésta tiene un origen natural. Los hombres deben pertenecer a una clase social u otra dependiendo de la clase de alma predominante en ellos. En el cuadro de arriba se muestra un esquema de la correspondencia.
Gracias al aporte que cada una de estas escualas nos dejaron; es como se logro formar nuestro actual código de ética, por así llamarle ya que las experiencias nos ayudan a mejorar nuestro sistema y de las experiencia errores y aciertos es como el hombre aprendio a convivir en sociedad, respetando los derechos de tod@s
ResponderBorrarPodemos notar que las escuelas buscaban siempre la felicidad, diferenciándose el "como" ya que en la Cineraica, por ejemplo, creían que el placer era el bien mayor. Entonces ya vale recalcar que aunque hemos avanzado mucho, aún se pueden encontrar rasgos de estos ideales en la actualidad.
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